lunes, 7 de julio de 2014

Entrevista a Alfredo Di Stéfano para el diario ABC [25.04.1954]

CÉSAR GONZÁLEZ-RUANO
No hay que explicar nada sobre la personalidad del delantero centro del Madrid, de la “Saeta Rubia”, del máximo goleador de la Liga, de este jugador extraordinario que tiene poco menos que acaparado, por derecho propio, el primer plano de la actualidad deportiva. Los deportistas ya saben de él casi más cosas que sepa el mismo Di Stefano, y los profanos, aunque no sepamos nada, sabemos que en lo suyo es un tipo imponente, y en paz.

Di Stéfano está en su máximo instante vital. Se prepara en estos días un homenaje a su figura y al reconocimiento de lo español por los servicios prestados al Madrid sin desmayo, con asidua sabiduría, por el argentino internacional que hoy nos ocupa.

Di Stéfano ha venido a Barcelona en los mismos días de abril en que estoy y se hospeda también el Hotel Oriente, en el cogollo urbano de estas Ramblas expresivas y multicolores. Visto así, de cerca, con pantalón largo, con corbata, camisa y americana, DI Stéfano no podría llamar la atención de nada. ¿Es que tiene que llamar la atención por algo un jugador de fútbol? Seguramente, no. Pero, claro, la fama parece que se va a notar físicamente en alguna cosa. Y luego, resulta que no se suele notar físicamente en nada.

Está Di Stéfano vestido con un traje gris como de verano. La americana- “ el saco”- cruzada, le queda un poco grande, como si hubiera adelgazado o fuera de otro. El pantalón le cae demasiado sobre el zapato negro. No es precisamente un “dandy” este muchacho. No da la impresión de proponérselo tampoco. Es correcto, esto sí.

Pertenece Di Stefano a la gran raza de los rubiascos. No es rubio, sino exactamente eso: rubiasco. Tiene una expresión un tanto atónita, como si acabara de despertar, como la del hombre que va a un Banco y lo encuentra cerrado, como la del muchacho a quien ha dado plantón una chica. Una sonrisa de excelente chico se asoma a los labios delgados. El mentón es largo y partido. La frente, despejada. Las cejas, altas.

Hemos elegido para hablar un rincón del hall, cerca de un largo itinerario de vitrinas con toreritos, bailarinas y castañuelas, con abanicos, con tijeras y puñales de Eibar, con todo ese mundo convencionalmente español preparado para el desfile turístico. Son las doce y media de una mañana gris, de una mañana de primavera escamoteada. Él, que va a jugar esta tarde, ha almorzado a las doce. Esta “concentrado”.

- ¿Qué hacía usted antes de dedicarse al fútbol, Di Stéfano?
- Estudiaba.

- ¿Para que estudiaba?
- Para ingeniero agrónomo. Mi padre tenía en Buenos Aires ganadería y, claro, todo lo relacionábamos con la tierra.

Habla Di Stéfano con mucho acento argentino. Es lo que pudiéramos decir, con bastante precisión, expresivamente inexpresivo, más bien soso y tímido, con una simpatía que él no la procura, que él no ayuda con nada. Cruza las manos en postura habitual, siempre está cruzando los dedos, y cuando no llega a esto se coge con una mano un dedo de la otra. En la derecha lleva una alianza.

- ¿Se ha perdido en usted un buen ingeniero?
- Yo creo que sí. Y lo creo porque, teóricamente, me gustaba mucho la carrera y era un buen estudiante.

- ¿Lo siente?
- No. El fútbol ha sido para mi una verdadera vocación.

- ¿Cómo despertó en usted esa vocación?
- Iba con otros muchachos, para divertirnos, a jugar a un campo. No sé… Mi padre también había sido jugador de fútbol. En seguida me llevaron al River Plate, de Buenos Aires.

Llama a un camarero. Me pregunta qué quiero tomar. Naturalmente, yo café. El también café. Me asombra un poco, pero luego me acuerdo de que él ha comido ya. Conversamos sobre su familia, su sangre, su raza. Es un producto muy internacional Di Stéfano. Argentino: con italianos, franceses e ingleses en sus ascendencias. Salen bien estas cosas.

- ¿Lee usted?
La pregunta, si no como una pedrada, si como un terrón de azúcar tirado en el café de pronto, la encaja bien:
- Si leo bastante.

- ¿Qué?
- Por lo general, Historia y biografías. Me gusta más la vida vivida que la novela. También escribo.

- ¡Caramba! ¿Que escribe usted?
- Cartas

- ¡Ah!
- Y colecciono con mucho cuidad en carpetas todo lo que se publica sobre mí. Lo llevo con un gran orden.

- ¿No escribe más?
- Siempre he pensado en intentar alguna vez escribir mi vida. Sería muy lindo

- ¿Cuántos años lleva usted en la vida?
- Veintisiete.

Di Stéfano está casado. Tiene dos niñas. Me han dicho que es un hogareño, muy buen marido, muy buen hijo, muy buen padre. Sigamos:

- ¿Para que quiere usted el dinero?
- ¿Como que para qué lo quiero?

- Sí, ¿qué hace usted con él?
- Todo lo que gano lo invierto en tierras y en ganadería. Yo tenía desde 1947 un “tambo”.
Ampliación a mi desconocimiento de estas cosas. Primero, lo que es un “tambo”.Luego, lo que hacen en el “tambo”. Después, lo que produce un “tambo”
- Ordeñar…
- ¿Ordeñar?
- Ordeñar, crema y mantequilla…
- ¡Ah, bueno!

Hablamos ahora de fútbol. Para mi éste es un bosque donde me encuentro perdido. Lo mismo me ocurrió con Kubala y con Samitier. Pero no importa. Además, no hay otro remedio. ¿Cómo no voy a hablar de fútbol con Di Stéfano? Fútbol y toros. Comparaciones.

- Una pelota no es un toro…
- Evidente.
- Una pelota no se mueve por ella misma. La tenemos que mover nosotros. También el fútbol tiene algo de arte. Todo lo que hacemos con los pies lo hemos de hacer antes con la cabeza.

Paréntesis para hacer fotos. Al fotógrafo y a mí nos gusta hace una un poco rara: unos zapatos en primer plano. No se sacude uno fácilmente el simbolismo.

- ¿Qué futbolistas influyeron en usted?
- Yo tuve unos compañeros que me enseñaron a que había que tener antes que nada habilidad.

- ¿Bonaerenses?
- Sí, bonaerenses. Moreno, Pedernera, Rosas, Cabruna, Lostau…

- ¿Qué tipo de jugador puede gustarle más?
- A mí me gusta el jugador que tenga arte. El jugador claro, limpio.

- ¿En España?
- En España tenemos varios.

- ¿Quiénes?
- Varios…Muñoz, Arza, Silva, Molowny…

- ¿Y Kubala? ¿Que le parece Kubala?
Di Stéfno se pone muy serio. Se pasa la punta de la lengua por los labios finos:
- Kubala es la máxima expresión del fútbol. Las sabe todas.

- ¿Jugará usted con él próximamente?
- Sí, en el homenaje a Zarra.

- ¿Encuentra usted mucha evolución en el fútbol actual en relación a lo que le han dicho que era el fútbol en otras épocas?

- Siempre hubo épocas. Siempre parece, en fútbol y en todo, que lo pasado fue mejor.

- ¿Y su dimensión publica?
- Los estadios se agrandan todos los días. Lo que quiere decir algo. Además, el fútbol está teniendo, como no tuvo nunca, un verdadero sentido internacional.

- ¿En que aspecto?
- El fútbol ha sido el enlace más grande que han tenido los países. Sepan o no de fútbol, se han unido en su pasión todos los habitantes de un país. Todos los gobiernos, cuando llega un equipo, lo reciben como a una auténtica misión diplomática.

Me explica ahora Di Stéfano en lo que consiste para él una jornada de trabajo y un día de no trabajo. En esta última dice él que se levanta de ocho a ocho y media de la mañana. Que tiene un rato a las niñas jugando a su lado. Que desayuna “mate”. Que va luego a entrenar hasta la una y media. Que regresa después a casa y almuerza, y que hacía las siete de la tarde da un paseo, generalmente con su mujer. Que casi nunca trasnocha.

- ¿Y el día de juego?
- El día de juego es de mucho reposo. Almuerzo temprano. Lo principal es comer bien.

- ¿Que moral tiene usted después de un partido al margen de la natural alegría de haber ganado o de la natural tristeza de haber perdido?
- Mi moral depende exclusivamente de cómo haya jugado. No está ni en el éxito ni en la derrota. Sino en la responsabilidad que uno se crea ante sí mismo.

- ¿Es usted muy severo con Di Stéfano?
- Sí, mucho. Le exijo demasiado. Le hago poner mucho corazón a todo lo que hace.

- ¿Que cree usted más importante en el fútbol, el apasionamiento o la frialdad?
- A mi modo de ver, el futbolista tiene que ser un apasionado. En todo en la vida me parece que hay que ser un apasionado.

- ¿Va usted mucho como espectador al fútbol?
- Voy bastante, y sufro mucho. Me apasiono. Llevo en la mente el juego.

- ¿Y a los toros, va usted?
- He ido también bastante. En Colombia, donde estuve tres años, he visto a casi todos los toreros españoles que han pasado por allá.

Proyecto para el porvenir. ¿No es éste uno de los capítulos que para un profano parece más importante en la vida de un futbolista profesional? Di Stéfano me dice:
- Yo tengo un contrato hasta 1957. Si hasta ese año respondo como creo que debe responder Di Stéfano, puede ser que tenga el cincuenta por ciento de probabilidades para seguir jugando. Si no es así, me retiraré, y ya tendré treinta y un años.

- ¿Y que hará entonces?
- Quizá me dedicara a lo que tengo ya encaminado.

- ¿El “tambo”?
- Sí, el “tambo”.

Tocamos un tema difícil: la critica deportiva. ¿Que le parece a él la crítica?
- En general, apasionada como el público mismo.

- ¿Le influye a usted el público?
- Le oigo cuando hago una buena jugada, me entero si está satisfecho. Si creo que es lo contrario, trato de enmendar rápidamente la mala jugada. Ahora que el público no impresiona fundamentalmente mi forma de ser.

Hemos hablado de muchas cosas más. Di Stéfano contesta bastante bien y es muy concreto. Hemos hablado, por ejemplo, del momento español en el mundo internacional deportivo. Di Stéfano cree que éste es el gran momento de España, que estamos quedando muy bien en todo.
- En hockey sobre patines, en ciclismo…

- ¿Que le parece a usted el baloncesto?
- Lo considero uno de los deportes más completos.

- ¿Es usted supersticioso en el fútbol?
- Hago cábalas. El 13, al contrario de lo que se dice, a mi me pone contento.

Y nada más. Hay que despedirse de este muchacho, que dentro de muy poco tiempo va a estar en el campo prendiendo las miradas de todo un público, cada vez más numeroso y cada vez más seguro del destino de este jugador admirable.









Alberto Egea Estopiñán
@esttoper

domingo, 15 de junio de 2014

'Cuando Osvaldo Zubeldia se rindió a la evidencia'. Pieza extraída de la Guía Histórica del los Mundiales de 'Kaiser Football'.

Con Argentina fuera del Mundial por primera y única vez en su historia –las ausencias en las Copas del Mundo de 1938, 1950 y 1954 fueron por diferentes causas políticas y no por quedar fuera en las clasificatorias– le preguntaron en la primavera de 1970 a Osvaldo Zubeldia, técnico referencia de la época, que a qué equipo iba a apoyar en México. El entrenador de Estudiantes de la Plata no dudó, y dijo que sería feliz con una victoria de Alemania o Inglaterra. El fútbol del momento era dominado por ases de la pizarra. El catenaccio se había llevado cuatro de las últimas ocho Copas de Europa en las figuras de Helenio Herrera y Nereo Rocco además de la Eurocopa de 1968 con Massimiliano Valcareggi al frente de la selección italiana, mientras que en Sudamérica el propio Zubeldia –que había revolucionado el fútbol argentino a partir del trabajo, la disciplina táctica y la priorización de lo colectivo sobre lo individual– comandaba el dominio despótico de Estudiantes de la Plata, que acababa de conquistar su tercera Copa Libertadores consecutiva. Los deseos de Zubeldia, que tenían un trasfondo muy acorde a sus ideales futbolísticos, los iba a aplastar la selección brasileña con una exhibición de talento que dejaría fijado para la posteridad el cénit del fútbol virtuoso y preciosista.
Tras el chasco del Mundial de 1966 en Brasil se abrió un debate acerca del estilo de una Seleçao a la que habían cosido a patadas en Inglaterra. La pluralidad de opiniones y tendencias se tradujo en una inestabilidad en el banquillo de la verde-amarela que parecía iba a tener fin con la llegada de Joao Saldanha a un año vista del Mundial de México. El que fuera técnico de Botafogo a finales de los años 50 –salió campeón con el Botafogo de Garrincha, Nilton Santos y Didí en 1957– había formado parte como reputado periodista –retomó el oficio tras dejar el club albinegro– de las duras críticas a la selección, y el entonces presidente de la Confederación Brasileña, Joao Havelange –que 5 años después pasaría a ser presidente de la FIFA–, creyó comprar así al enemigo, haciendo bueno aquello de Lyndon Johnson sobre el director del FBI Edgar Hoover: “Prefiero tenerlo dentro de la tienda meando hacia afuera a tenerlo fuera meando hacia adentro”.
Esta apuesta supuso un punto de inflexión absoluto para el devenir del combinado brasileño. Pelé regresó a la canarinha tras más de dos años de ausencia con la vista puesta en el Mundial de México, Saldanha armó un equipo que se recitaba de memoria –calcó el once titular en los seis partidos oficiales de eliminatorias mundialistas– con seis jugadores del Santos en el once, innovó en la preparación física y la alimentación del equipo para que éste no acusara la altura del suelo mexicano y Brasil se clasificó para la Copa del Mundo haciendo pleno de victorias (0-2 y 6-2 a Colombia, 0-5 y 6-0 a Venezuela y 0-3 y 1-0 a Paraguay) y asombrando al mundo con un jogo bonito cautivador.
Saldanha dibujaba un 4-2-4 que alternaba con 4-3-3 con pivote único, con Félix (Fluminense) en portería, la zaga al completo del Santos con el capitán Carlos Alberto y Rildo en los laterales y Joel Camargo y Djalma Dias (padre del ex del Depor, Djalminha) como pareja de centrales, Piazza como ancla, Gerson –que acababa de fichar por Sao Paulo procedente de Botafogo– con recorrido para asociarse con Pelé, Jairzinho y Edu pegados a la cal y Tostao como falsa referencia arriba. El técnico brasileño ponía la táctica a disposición del talento y no al revés, enfocaba el entrenamiento a que sus jugadores aprendieran a desempeñarse en distintas posiciones –ya como periodista vaticinaba que el jugador del futuro inminente debería saber defender y atacar– y abogaba por la flexibilidad en los sistemas, dando vuelo a los laterales y renegando de las rígidas líneas defensivas de cuatro con aquello de “esto es fútbol y no un desfile militar”. Saldanha juntó a Tostao con Pelé en el once –Vicente Feola, seleccionador brasileño en el Mundial de 1966 utilizaba al primero como recambio del segundo–, ‘humanizó’ a O’Rei haciendo de él un engranaje más –la guinda– de una máquina perfecta y aprovechó el punto álgido de la carrera de Tostao –con 23 años era capitán de Cruzeiro y acababa de alzar su cuarto campeonato Mineiro consecutivo– para darle un papel de peso en el equipo donde se hinchó a marcar goles. El ataque brasileño era pura magia, los Harlem Globetrotters en un campo de fútbol donde el ‘10’ del Santos, el ‘10’ de Sao Paulo, el ’10’ de Botafogo y el ‘10’ de Cruzeiro se repartían los espacios, los alternaban y los atacaban con una naturalidad indescifrable.


1969. XI Tipo de Brasil en la fase de clasificación Mundial 1970. DT: Joao Saldanha, 4-2-4.

                                                           Tostao
                                               Pelé
Edu                                                                            Jairzinho

                                               Gerson
                                   Piazza

Rildo               Joel Camargo  Djalma Dias                Carlos Alberto

                                           Félix




Sin embargo, el escenario idílico que se veía sobre el campo chocaba de bruces con la contaminada atmósfera que rodeaba a la selección. Cinco años antes el gobierno conservador había tomado el país mediante un golpe de estado, y el general Emilio Garrastazu Medici –que en agosto de 1969 había relevado a Artur da Costa e Silva en la presidencia– comenzaba a ver un problema en que un hombre como Saldanha, militante del partido comunista que como periodista había explicado las barbaries en los campos de concentración de Auschwitz o Teblinka, había sido arrestado con 29 años y disparado por un policía tres años después en una protesta estudiantil, fuera la imagen de triunfador proyectada por Brasil hacia el resto del mundo. Medici pidió a Havelange que convenciera a Saldanha para que convocara a ‘Dada’ Maravilha, delantero-tanque del Atlético Mineiro, goleador de perfil más estático y pragmático –famosa es su frase: “Nunca aprendí a jugar a fútbol porque estaba demasiado preocupado en meter goles”– que adolecía de ese virtuosismo con balón que exigía un equipo tan exquisito. Saldanha no se dejó influenciar y respondió valiente al presidente del gobierno brasileño: “díganle que yo también tengo unas cuantas propuestas políticas para hacerle. Cuando él eligió a sus Ministros yo no le di ninguna lista”.  Saldanha, tenía fecha de caducidad para el gobierno, él se lo olía y no por eso dejó de denunciar las atrocidades de dicho régimen –al que responsabilizó de asesinatos y desapariciones de 300 personas–. Su pulso con Pelé sería la gota que colmaría el vaso y la coartada perfecta para fulminarlo. El técnico brasileño acusó a O’Rei de sobrecargarse de partidos para solventar su bancarrota económica personal y de jugar de manera pasota, algo que tuvo su punto álgido en un partido de exhibición ante el Bangú (1-1) el 14 de marzo de 1970. Harto de esta actitud, Saldanha comunicó tras el partido que Pelé no jugaría el siguiente amistoso frente a Chile, sin saber que el que no estaría allí ese día sería él. De forma inminente, Havelange disolvió el cuerpo técnico y Saldanha fue despedido. El central Hércules Brito se puso en contacto con Tereza, la esposa de Saldanha, para decirle que toda la plantilla excepto Pelé –que no se posicionó– pedirían una rectificación de la Federación para que devolvieran el cargo a Saldanha. Su mujer dijo que no merecía la pena, que nada conseguirían y que era mejor que no se expusieran ante el poder y pelearan por conquistar la Copa del Mundo.
Mario Zagallo, sin ideología política confesa, campeón del mundo como jugador en Suecia 1958 y Chile 1962, y que había formado parte del Botafogo dirigido por Saldanha, le relevó en el cargo. ‘Dada’ Maravilha –ojito  derecho de Medici– fue convocado desde el primer momento por Zagallo, pero el retorno de Tostao –había estado cinco meses de baja por un desprendimiento de retina provocado por un balonazo a finales de 1969– le devolvió al ostracismo, al punto de no jugar ni un minuto en la Copa del Mundo a pesar de ir convocado. Zagallo tenía dos meses para amoldar las ‘fieras de Saldanha’ a su idea, y a pesar de que las probatinas previas no obtuvieron los resultados esperados el equipo iba a romper a jugar coincidiendo con el inicio del Mundial.
El nuevo técnico mantuvo el dibujo inicial de Saldanha pero cambió algunas piezas básicas. La entrada de Roberto Rivelino por Edu en el extremo izquierdo supuso que Brasil encajara en el equipo al quinto ‘10’, el de Corinthians, un jugador menos vertical  que suponía echar más leña al fuego en cuanto a generación de juego se refiere, multiplicando la creatividad y el tráfico en zonas interiores. Respecto al equipo que había arrasado en la fase de clasificación con Saldanha, además de Rivelino, Zagallo sustituye inicialmente la pareja de centrales del Santos por la de Cruzeiro (Brito y Fontana) y da entrada al lateral izquierdo de Fluminense, Marco Antonio –19 años–. La lesión de Fontana poco antes del Mundial (aunque acabaría entrando en la convocatoria) obliga a Zagallo a retrasar la posición de Piazza –que pasa a ser central– y a mandar al joven Clodoaldo, que en el Santos cumplía labores mucho más ofensivas, a ubicarse en la posición de ‘5’, protegiendo la espalda de Gerson y a sacrificándose para sostener el bestial ataque que tenía delante. A última hora, la desconfianza que generaba el portero Félix, llevó a Zagallo a consolidar el sector izquierdo de su zaga, dejando fuera a Marco Antonio –que había sido titular en 9 de los 10 amistosos previos al Mundial– para meter a Everaldo, un lateral limitado técnicamente pero que equilibraba la defensa cuando Carlos Alberto doblaba a Jairzinho.



1970. XI Tipo de Brasil en la fase final del Mundial 1970. DT: Mario Zagallo, 4-2-4.

                                                           Tostao
                                               Pelé
Rivelino                                                                     Jairzinho

                                               Gerson
                             Clodoaldo

Everaldo                     Piazza       Brito                       Carlos Alberto

                                                      Félix



Con un juego de ensueño, un ataque indefendible y liderados por un Pelé que como decía Menotti sólo se le podía marcar con una tiza, Brasil ganaría los seis partidos del Mundial y recuperaría el cetro perdido cuatro años antes en Inglaterra. Solo la sólida defensa inglesa comandada por Bobby Moore y su meta Gordon Banks –que haría la ‘parada del siglo’ despejando milagrosamente un cabezazo Pelé– conseguiría llevar al límite a los de Zagallo, que acabarían ganando con un solitario gol de Jairzinho –que marcó en todos los partidos del Mundial, único jugador en la historia en conseguirlo– que finalizó irrumpiendo por la derecha una jugada que Tostao y Pelé habían gestado desde la izquierda. Inglaterra cayó con la cabeza alta ante un juego que ni en sueños podían intentar imitar y que dejó para la posteridad aquella frase de su técnico Alf Ramsey: “Nada tenemos que aprender de esta gente”. Tras superar en cuartos al Perú de Teo Cubillas (4-2) en un partido de videoteca, y vengándose del ‘Maracanazo’ ante los uruguayos (3-1) en semifinales, Brasil conquistaría el Mundial venciendo en la final a Italia (4-1) en lo que supuso una bofetada histórica al catenaccio más puro.
Semanas después de que Brasil se erigiera como primer país en conquistar tres Mundiales, un periodista volvió sobre los deseos iniciales de Zubeldia y le recordó al técnico argentino sus preferencias sobre el campeón. El entrenador de Estudiantes no se escondió: “Cuando dije que prefería ver campeones del mundo a Inglaterra o Alemania en lugar de al Brasil fue porque veía en esos dos equipos el ejemplo de disciplina, de trabajo en equipo, de ritmo, de funcionamiento. Pensé que el triunfo de Brasil iba a ser perjudicial como ejemplo, porque sería el premio a la indisciplina, a la falta de trabajo, al fútbol sin organización. Pero Zagallo me engañó. Miré que yo creo en el trabajo. Pero sin materia prima, sin el valor humano, el trabajo tiene un alcance limitado. Mi temor era que el triunfo del jugador de calidad, de inspiración, de genialidad, se impusiera por encima de los sistemas, la preparación y el laboratorio”. 
Hasta el seguramente mejor estratega de la época capitulaba ante lo que habían presenciado sus ojos. Era el talento puesto al servicio del colectivo, y ante eso nada había que hacer.


Alberto Egea Estopiñán
@esttoper

jueves, 15 de mayo de 2014

Crónica de Mario Vargas Llosa del Argentina 4-1 Hungría del 17 junio 1982. 2º partido de Fase de grupos del Mundial de España '82.

Crónica de Mario Vargas Llosa para la revista 'Semana' del Argentina 4-1 Hungría -goles de Bertoni, Maradona (2) y Ardiles- del 17 junio 1982. 2º partido de Fase de grupos del Mundial de España '82. En el 1er partido Argentina había caído ante Bélgica por 1-0.


HÉROE POR PRIMERA VEZ


Como el día del partido inaugural, frente a Bélgica, tuvo un desempeño opaco, muchos se preguntaban de dónde, desde cuándo y por qué el mito Maradona. Después del partido de Argentina contra Hungría, que el pequeño astro iluminó de principio a fin con el fuego de artificio de su sabiduría, ya nadie lo pone en duda: Maradona es el Pelé de los años ochenta. ¿Un gran jugador? Más que eso: una de esas deidades vivientes que los hombres crean para adorarse en ellas.
Por un período que será fatalmente breve –este es el más absoluto y el más fugaz de los reinados–, el argentino le toca ahora ser, para millones y millones de personas en el mundo, lo que fueron, en sus también rápidos turnos imperiales, Pelé, Cruyff, Di Stéfano, Puskas y algunos otros: la personificación del fútbol, el héroe en quien este deporte se hace cifra y emblema. Los mil millones de pesetas que, se dice, ha pagado el Barcelona por incorporarlo a sus filas son una prueba rotunda de que Maradona ya accedió a este trono y, a juzgar por lo que fue su actuación ante los húngaros, y el eco que ella ha tenido en el público, este Mundial demostrará que el Barza ha hecho una inversión rentable. Diez millones de dólares es mucho dinero por un simple mortal que patea la pelota, pero no es nada si lo que en verdad se compra es un mito.
Maradona es un mito porque juega maravillosamente, pero también porque su nombre y su cara se graban en la memoria al instante y porque, por una de esas indescifrables razones que no tienen nada que ver con la razón, de entrada nos parece inteligente y nos cae simpático. ¿Tiene algo que ver esa impresión con su estatura? En el partido contra Hungría viéndolo operar entre esos altos y fornidos defensas magiares que se revelaban con patética ineficacia por contenerlo, uno tenía la alentadora impresión de que hay una justicia inmanente, de que también en el fútbol es cierto eso de que más vale la maña que la fuerza, de que lo que cuenta a la hora de patear la pelota no son de ningún modo las patas sino la fantasía y las ideas.
Sin embargo, a pesar de su escasa estatura, Maradona no da la sensación de ser frágil, sino alguien fuerte y sólido, acaso por esas piernas robustas, de músculos salientes, que resisten sin menoscabo los encontrones de los defensas adversarios; no importa cuán altos y fuertes sean. Esa cara de muchacho soñador, ingenuo, lleno de buenas intenciones le sirve de maravilla para engatusar a los desmoralizados bípedos encargados de cuidarlo, porque lo cierto es que, a la hora de cargar y de jugar recio, también sabe hacerlo y con un ímpetu que se diría incompatible con su físico.
No es fácil definir el juego de Maradona. Es de tanta complejidad que, en su caso, cada adjetivo necesita una apostilla, una matización. No es brillante e histriónico, a la manera del soberbio Pelé, pero su eficacia es tan rotunda, cuando lanza, desde ángulos inverosímiles, esos disparos potentísimos hacia el arco o cuando, mediante un pase escueto y preciso como un teorema, pone en movimiento una irresistible operación ofensiva, que sería injusto no llamarlo espectacular, un jugador que torna un partido en una exhibición de genio individual (o un ‘recital’, como dijo un crítico con excelente puntería, de su desempeño frente a Hungría).
El estilo de Maradona traumatiza esa división que creíamos válida entre un fútbol científico, tipo de Europa, y un fútbol artístico, de estirpe latina. El argentino practica ambas cosas a la vez y ninguna de ellas en especial, es una curiosa síntesis en la que la inteligencia y la intuición, el cálculo y la inventiva se apoyan continuamente. Igual que en su literatura, Argentina ha producido un estilo de fútbol que es la manifestación más europea de lo latinoamericano. Si en los próximos partidos Maradona juega como jugó contra los húngaros, no hay duda de que, con prescindencia de la colocación de Argentina en el cuadro final, él será el héroe de este torneo (y de los años que sigan).Los pueblos necesitan héroes contemporáneos, seres a quienes endiosar. No hay país que escape a esta regla. Culta o inculta, rica o pobre, capitalista o socialista, toda sociedad siente esa urgencia irracional de entronizar ídolos de carne y hueso ante los cuales quemar incienso. Políticos, militares, estrellas de cine, deportistas, ‘playboys’, grandes santos o feroces bandidos han sido elevados a los altares de la popularidad y convertidos por el culto colectivo en eso que los franceses llaman con buena imagen los monstruos sagrados. Pues bien, los futbolistas son las personas más inofensivas a quienes se puede conferir esta función idolátrica.
Ellos son, claro está, infinitamente más inocuos que los políticos o los guerreros, en cuyas manos la idolatría de las masas se puede convertir en un instrumento temible, y el culto del futbolista no tiene las miasmas frívolas que enrarecen siempre la deificación de la artista de cine o de la musaraña de sociedad. El culto al as del balompié dura lo que su talento futbolístico se desvanece con este. Es efímero, pues las estrellas de fútbol se queman pronto en el fuego verde de los estadios y los cultores de esta región son implacables: en las tribunas nada está más cerca de la ovación que los silbidos. Es también el menos enajenante de los cultos porque admirar a un futbolista es admirar algo muy parecido a la poesía pura o a una pintura abstracta. Es admirar la forma por la forma, sin ningún contenido racionalmente identificable. Las virtudes futbolísticas –la destreza, la agilidad, la velocidad, el virtuosismo, la potencia– difícilmente pueden ser asociadas a posturas socialmente perniciosas, a conductas humanas. Por eso, sí tiene que haber héroes. Que viva Maradona.

sábado, 15 de febrero de 2014

Entrevista traducida a GERARD PIQUÉ concedida a 'The Telegraph', publicada el 15 febrero

Estábamos hablando de Neymar cuando Piqué dijo: "Él es muy joven, tiene mucha hambre para mostrar al mundo que él es adecuado para el Barcelona y que es uno de los mejores jugadores. Su calidad, sus habilidades, sus goles, han dado un plus al equipo".
"Todos se centran en Messi, todo el mundo trata de detenerlo. Ahora tenemos otra manera. Okey, si no es el día de Messi, tenemos a Neymar, tenemos a Pedro, tenemos a Alexis, tenemos un montón de calidad en la zona atacante, y creo que eso es muy bueno para el equipo ".
Una sonrisa se extiende por la cara de Piqué cuando Mourinho entra en la conversación: "Cuando tú no tienes que sufrir a José Mourinho como oponente, es curioso oír cómo habla, cómo trabaja después del partido. Su rueda de prensa después del partido del Manchester City [la reciente victoria de Chelsea 1-0] fue graciosa. Él es así. Lo sabemos. Y ahora Pellegrini es el que tiene que sufrir esto".
El futuro del Manchester City se ve determinado por los cerebros de los ex del Barcelona, Txiki Begiristain y Ferran Soriano, y Piqué cree que es significativo que Pellegrini fuera contratado para dirigir al equipo. "A Pellegrini siempre le gustaba jugar así. Recuerdo que cuando estaba aquí en España con el Málaga y el Real Madrid siempre le gustó jugar de esta forma", dice. "Yo sabía que cuando fichó por el City iba a tratar de jugar así. Creo que tiene jugadores de mucha calidad con David Silva o el Kun Aguero y con ellos sabe que pueden tener el balón, tener la posesión. Están haciendo una buena temporada".
Hasta hace seis años estaba en el Manchester United. Y Piqué recuerda fielmente sus años de formación allí. Comenzaron con su debut en una victoria en League Cup frente al Crewe Alexandra el 26 de octubre de 2004. "Sí, por 3-0", dice. "Recuerdo que entré en el minuto 67, creo".
"Fue como un sueño hecho realidad porque es su primer partido como jugador profesional y es todo lo que quieres cuando eres un niño, ¿no?Me acuerdo de la multitud, recuerdo todo sobre ese estadio. Y fue una buena victoria. Mi segundo encuentro fue en la Liga de Campeones y perdimos 3-0. Tres a cero en Turquía contra Fenerbache. Luego jugamos en la Copa ante el Exeter. Fue un partido pobre también. Recuerdo que Sir Alex estaba muy enfadado".
Él se ríe de nuevo. Pero ¿cómo termina en el United, antes de ganar 4 Ligas y 2 Ligas de Campeones con el Barcelona, ​​así como la Copa Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012 con España? "Mi sueño era jugar en el Barcelona, ​​pero en ese momento, con el Barcelona y La Masia [la cantera], no era como lo es ahora con los niños pequeños. Fue muy difícil abrirse paso hacia el primer equipo y creo que la mejor opción era salir de Barcelona e ir a Inglaterra".
"Recuerdo que en primer lugar el Arsenal estaba interesado ​​en mí y tuve una reunión con Arsène Wenger. Yo estaba cerca de ir al Arsenal, pero el año anterior Cesc Fábregas fui allí y el Arsenal y el Barcelona mantuvieron una pequeña pelea y no querían que pasase lo mismo conmigo. Llegó el Manchester United y finalmente me fui allí".
"Antes de firmar tuvimos una cena con Sir Alex Ferguson y mi familia y me sorprendió, porque él fue el entrenador del Manchester United durante 20 años y tuvo el tiempo para venir y hablar con mi familia y conmigo. Yo sólo era un chico joven que nunca había jugado para un equipo profesional, pero él tenía tiempo para mí. Estuvimos muy agradecidos de contar con él en esa cena. Muestra mucho de él y de su trabajo en el United".
Piqué apareció tres veces en 2004-05 y jugó siete partidos más en 2005-06 antes de pasar un año cedido en el Zaragoza. La barrera en el United fue Rio Ferdinand y Nemanja Vidic: "En esos años fueron una de las mejores parejas de defensas centrales del mundo. Estamos hablando de jugadores de gran calidad en esa posición y fue muy difícil para mí entrar en el equipo. Recuerdo el año que fui a Zaragoza cedido. Tuve una gran temporada y jugué muy bien. Cuando regresé Ferguson me dijo: 'Sin duda que vas a jugar un mínimo de 25 partidos, pero no fue así al final de la temporada, así que habló con él, y el Barcelona entró. Fue la mejor opción para los dos".
Piqué dice: "En ese momento de mi carrera es verdad que Guardiola era el mejor entrenador para un chico joven como yo. Llegué a Barcelona y Puyol estaba allí, Márquez y Martín Cáceres, que era un buen central que habían firmado del Villarreal. Así que yo era el cuarto central en el equipo y podría haber sido muy difícil para mí conseguir minutos en el primer equipo, al igual que lo fue en el Manchester United".
"Pero Guardiola, desde el primer minuto, dijo: 'Usted tendrá la oportunidad de jugar para mí, y si juegas bien te daré confianza, no hay problema con eso'. Y creo que mi estilo de juego es lo que quería. Él quiere que los dos defensas centrales estén muy abiertos, tratar de jugar el balón desde el primer momento, desde el portero, y eso me ayudó mucho. Eso es lo que quiero, así entiendo el fútbol, ​​y él es uno de los mejores entrenadores del mundo, sin duda".
"Tiki-taka es un estilo que el Barcelona ha jugado desde hace mucho tiempo. El problema era que el Barcelona siempre juega de esta manera pero históricamente no ganó muchos trofeos. Pero desde Cruyff, Rijkaard y Guardiola, empezamos a ganar títulos y ahora tiki-taka parece la solución para todo, y parece que todo el mundo tiene que jugar así".
"Yo no lo creo. Yo creo que hay que jugar de la forma que tus jugadores pueden jugar. Con Xavi, Andrés Iniesta y Messi, sin duda tienes que jugar así, porque es la mejor manera de ganar títulos. Es cierto que tal vez jugamos un poco más directo, pero hay que tratar de mejorar. Los rivales saben cómo jugamos y cómo defenderse de esta forma de jugar. Finalmente usted tiene que encontrar la manera de ser diferente, o tratar de encontrar otras opciones y soluciones para tratar de marcar goles".
Parte del secreto de Guardiola es la presión, el acoso para recuperar la posesión. Piqué se ilumina al pensar en ello. "Fue una de las claves con Guardiola. Podíamos robar la pelota en 2-5 segundos" dice. "Tal vez podamos tratar de anotar y luego perder la pelota, pero tenemos que volver en 5 segundos, robar y tener la oportunidad de anotar de nuevo. Así que, finalmente, el oponente se encontraba en una situación en la que estaba defendiendo todo el tiempo. Y para nosotros, a lo mejor por nuestro estilo de juego, no necesitábamos estar defendiendo mucho tiempo, ya que en cinco segundos, podíamos recuperar el balón".
"Es difícil para nosotros ser como el Atlético de Madrid ahora, que están jugando muy a la defensiva, o el Chelsea. No sabemos jugar así, porque por alto somos débiles, en saques de esquina faltas colgadas. Si el otro equipo tiene gente mucho más alta que estamos muertos en estos lances, porque somos realmente pequeño. No sabemos cómo defender dentro del área. Defendemos con el balón, haciendo que el balón esté en nuestro poder".
El cenit de este estilo de juego, muchos creen que fue la victoria en la final de la Liga de Campeones ante el Manchester United en Wembley hace tres años, que el Barcelona ganó por 3-1 con una actuación brillante. Piqué está de acuerdo: "Nunca he visto un equipo controlar una final de la Liga de Campeones de esta manera. Después del partido estuve hablando con Sir Alex Ferguson y él aceptó que no había opción. No tuvieron la oportunidad ni de intentar apenas anotar un segundo gol. La final de Roma contra el Manchester United [en 2009] fue un partido muy bueno también".
A pesar de las similitudes obvias con Guardiola, Piqué no se pone a sí mismo como futuro entrenador del Barcelona todavía, pero parece destinado a ser en el Camp Nou para siempre: "Para ser justos, Barcelona es mi vida. Mi abuelo era vice-presidente del club, pero nunca se sabe. No puedo verme a mí mismo de entrenador en este momento, tal vez porque tengo 27 años y soy muy joven. Es cierto que si puedo elegir me gustaría estar en el club para siempre, pero no se puede elegir esto. Depende de mi desempeño ahora y luego cuando me jubile, depende de muchas cosas".
Tan intensa es su carrera en el Barcelona que casi se podía olvidar su participación internacional con España, que pretende extender su serie de victorias en la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012: "Es posible, pero es muy, muy difícil", dice. "América del Sur no es el mejor lugar para ser favoritos. Creo que España no es favorita. Es cierto que Brasil tiene mucha presión y no sé si llega a ser bueno tener este tipo de presión de jugar en casa. Creo que tenemos un gran equipo y todavía tenemos el hambre y la motivación para ganar otra vez, pero es difícil".
"¿Que si ganamos el Mundial tal vez podamos ser selección de la historia? Sería ganar dos Eurocopas y dos Mundiales consecutivos. Pero no creo que debamos pensar más allá de la fase de grupos. Tenemos una fase de grupos muy difícil con Holanda y Chile. Históricamente para nosotros es muy difícil jugar con los equipos sudamericanos. Corren mucho y pelean, mientras que a nosotros nos gusta controlar el juego. Así que Chile va a ser difícil".
Sobre si el Manchester United se recuperará de su mal comienzo bajo la batuta de David Moyes: "Lo harán. Es un nuevo entrenador después de casi 30 años. Sir Alex Ferguson llevaba con algunos jugadores 10 años y ahora estos tienen que adaptarse. Ahora es muy diferente, es verdad a cuando yo estaba allí. La situación ha cambiado. El United está teniendo un momento difícil, y el City, debido a todo el dinero que tienen, tienen un gran, gran equipo y están luchando por la Premier".

Alberto Egea Estopiñán
@esttoper

sábado, 1 de febrero de 2014

Última entrevista concedida por Luis Aragones a 'Vozpopuli' el 5 diciembre 2013

El lumbago le tiene fastidiado. No lo achaca al frío, sino a una mala postura. Luis Aragonés tiene ya 75 años, gastados en su mayoría en el fútbol profesional. Hasta hoy. Lleva casi cuatro esperando un nuevo puesto de trabajo, sonando de vez en cuando para dirigir a un equipo, descartando ofertas que no le convencen. Pero ya se para. Aprovecha la entrevista con 'VozPópuli' para oficializar que su carrera se terminó. Deja atrás un currículum mayúsculo en títulos y en simbología. Es el padre de La Roja y, pendiente de que el Cholo le supere, el dios del Atlético.

¿Se puede decir que Luis Aragonés ya es pasado?
Sí. No cabe duda. Es muy difícil que yo entrene. Entonces, sí, se puede hablar de que Luis Aragonés es pasado. No voy a entrenar más.
¿Se retira usted o le retiran?
Me retira la edad. Y no me ha costado mucho decidirme. Antes de retirarme, cuando salí de Turquía, ya sabía que iba a ser difícil seguir en esto. Y hoy sé que es definitivo. Son muchas circunstancias. La edad, dónde puedes entrenar, cómo puedes entrenar… Son muchas cosas las que te llevan a decir, pues se acabó, se terminó.
¿Quién ha sido Luis Aragonés?
Un buen jugador y un buen entrenador. Poco más. No tengo un elevado concepto de mí mismo. Simplemente creo que he hecho las cosas como debía. Con errores y aciertos, pero nada más.
“Fui un buen jugador y un buen entrenador, tampoco tengo un elevado concepto de mí mismo”
¿Y a qué se va a dedicar a partir de ahora?
A ser jubilado. Una jubilación normal de un señor de 75 años. Tengo algunas cosillas, que muevo y hago. Y ya el fútbol pues un poco menos.
Y a visitar los domingos el Calderón.
No estoy yendo mucho al fútbol. Lo veo por televisión. Un poco por pereza.
¿Se ve como presidente de honor del Atlético?
No me veo. Los dueños actuales del Atlético no le dan una gran relevancia a Luis. Si no hubieran tratado de acercarse más. Pero no es así.
 “Los dueños del Atlético no le dan relevancia a Luis; si no, se habrían acercado más”
¿Por qué todos los ex jugadores, salvo Arteche, han sido tan complacientes con esos dueños? ¿No es una irresponsabilidad de los símbolos no implicarse en velar por el club?
Eso va con la forma de ser cada jugador. Mi forma de ser no es buscar nada. No sólo en el Atlético. En ningún equipo. Me llevo bien con todos. Hay jugadores que dicen más cosas. No me parece importante. Escudero, Collar, toda esa gente, han sido un poco como yo. No han dicho muchas cosas.
¿Deja algo por hacer en el fútbol?
Yo le debo todo al fútbol. Pero el fútbol me debe algunas cosas, porque me he dejado la vida. Por ejemplo, me gustaría ver al Atlético campeón de Europa. Esa espina de no haber ganado una final de la Copa de Europa siendo mucho mejor sigue ahí.
En cambio, se lleva para siempre el éxito de la selección. Aunque en realidad se lo debe a Koeman. Si no llega a ser por él, España sigue a estas horas con Albelda.
Bueno, nunca se sabe. Sí que el hecho de que Albelda dejara de jugar fue importante para que ya no le llamara. Fue lo que le retiró de la selección. También a Cañizares. Pero ya antes habíamos empezado a probar otra otras cosas.
“Fue una frase de Joaquín, pero mi selección nunca fue un despelote”
Ya, pero nada más acabar el Mundial de Alemania, usted zanjó las pruebas: nunca más sin Albelda.
Es que Albelda era importante para la selección porque mantenía defensivamente al equipo con un orden táctico importante. Y luego ya lo que buscamos posteriormente era otra cosa. Lo mismo no habría estado aunque hubiese jugado en el Valencia.
Dice que Raúl no encajó que usted le dijera que otros rendían más que él. ¿En qué notó que no lo encajó?
Bueno, es normal que no lo acepte. Yo no he hablado nada de eso con Raúl. Lo habrá aceptado o no. Él incluso me llamó para hacer una rueda de prensa conjunta, pensando que podría sacar algo. Pero la decisión tomada era difícil de cambiar, no consiguió nada. Porque en ese momento Villa y Torres rendían mucho más que él.
“Yo cogí una selección y dejé un equipo; la gente antes venía por ser internacional y nada más, sin compromiso”
¿Sospechó su mano detrás de la campaña de acoso y derribo?
Eso fue por mediático. Los medios estáis con el que es simpático con vosotros u os cae bien. No me afectó casi nada, porque yo sabía que prescindir de un chico mediático como Raúl iba a ser un problema.
Más allá del rendimiento, ¿se puede confesar ya que usó la salida de Raúl para ganarse al resto del grupo?
No, el grupo lo tenía ganado. Pero, unos por no jugar y otros porque consideré que no debían venir más, cambié cosas. Lo fundamental era hacer un equipo. Casi ninguna selección llegan a terminar en equipo. Casi ninguna. Y ahí es donde trabajamos mentalmente con la gente para que se olvidaran de ellos y pensaran en el equipo.
“¿Le debo a Koeman mi éxito? Nunca se sabe. Pero sí, que Albelda no jugara le retiró de la selección”
Pues fue a partir de prescindir de Raúl cuando se pasó de “la selección es un despelote”, que dijo Joaquín, al “todos somos Luis” de Casillas, Torres o Xavi.
Ya, pero lo de Joaquín fue en un momento de enfado por no venir. Porque no había sido así, mi selección no fue un despelote en ningún momento. Lo que sí se empezó a fraguar a partir de entonces fue una idea de cómo debía jugar la selección y cómo los jugadores debían interpretar lo que eran. Era poner por delante el equipo de todo lo demás. Ya lo dije alguna vez: yo cogí una selección y dejé un equipo. Yo cogí una selección en la que incluso como la prensa nos criticaba bastante, la gente venía por ser internacional pero por nada más. Con un compromiso frágil, no uno fuerte como lo tuvo posteriormente.
“Lo normal es que la Federación hubiera intentado más por que yo me quedase; pero no hicieron nada”
¿Cuántas veces se ha arrepentido de aquel “me voy de la selección” que le dejó sin rematar su obra con el Mundial?
Yo dije que dejaba la selección porque ya era el momento. Lo dije sabiendo que íbamos a ganar la Eurocopa, porque estaba casi seguro de ganarla, porque tenía al mejor equipo. Y lo dije porque me pareció el momento de dejarlo. Pero vamos, la Federación en otros casos ha hecho más por que se quede un seleccionador que lo había ganado hasta entonces todo.
¿No se portó bien con usted entonces la Federación?
No es no portarse bien. Es que no hizo lo suficiente. Ya estaba considerando que mi tiempo había terminado. Pero después de ganar una Eurocopa lo normal era haber intentado más que yo me quedase. Yo no me iba a quedar desde luego, era imposible, pero sí que no hicieron nada porque yo me quedara.

sábado, 18 de enero de 2014

Entrevista a Gustavo Poyet en el diario 'The Independent' (traducida)


Sobre su manera de entender el fútbol: "La gente se pregunta '¿Va a morir con esa filosofía?'", dice. "Yo no iría tan lejos. No hay una sola manera. Mis equipos se preocupan por la pelota. La vamos a pasar mejor o peor dependiendo de los jugadores, del juego y de la posición en el campo. Pero ellos se preocupan por la pelota. La pelota no tiene precio. Me gusta decir que quiero que la bola sea feliz con nosotros. Jugar de tal manera que si la pelota hablara dijera: 'Genial, yo quiero estar con vosotros'. Cuanto más tiempo llevo, más claro tengo que la idea será esta".
El tiempo apremia. Quedarán 16 partidos más después del de hoy contra el Southampton. Poyet ha sacado 16 puntos en 14 partidos, incluyendo victorias sobre Newcastle, Manchester City y Everton, pero el club aún es penúltimo, aunque separado de la mitad inferior de la tabla en sólo seis puntos. El Sunderland ha ganado sus últimos tres encuentros y se enfrentarán al Manchester United en la semifinal de la Copa Capital One el miércoles, con un  2-1 en contra que traen de la ida. Sin embargo, los partidos de liga contra Hull y Stoke son los realmente cruciales.
El club despidió a Roberto de Fanti el viernes, un director deportivo que fue una elección extraña para el cargo, y fichó 14 jugadores en verano, que han rendido muy poco. Su despido no afecta al cargo de Poyet, ni a la búsqueda del club del centrocampista del Brighton, Liam Bridcutt.
Director Gus Poyet SunderlandDirector Gus Poyet Sunderland 

Sobre la aventura de Roberto Martínez en el Wigan y los 'Three amigos' a principios de los años 90:
"En ese momento nos reímos de ello en España! Fue increíble. No podíamos creer que los tres [Roberto Martínez, Jesús Seba e Isidro Díaz] se fueran juntos. ¿Cuánto ha cambiado la vida de Roberto. Él era un jugador inteligente, un centrocampista que conocía el tempo de los partidos. Qué buena decisión tomó Roberto. Esas decisiones cambiaron su vida, definieron su vida".
Poyet dice que después de su victoria sobre el Arsenal en la final de la Recopa, los jugadores volvieron a reunirse en Zaragoza unos días más tarde en La Romareda para tratar de recrear el gol de Nayim. "Nadie era capaz de ponerlo tan cerca del palo derecho. Podríamos marcar gol pero él golpeó tan limpio y tan cerca de los dedos de David Seaman y el larguero era imposible. Lo intentamos 50 o 60 veces".
En el verano de 1995, volvió a Uruguay y ganó la Copa América con su país, igual que había hecho su padre con la selección de baloncesto.Estos fueron los años formativos de su carrera, y en el momento en que se trasladó a la Premier League, con una familia joven a cuestas, él estaba preparado.
Sobre como asumió el cargo de entrenador del Sunderland: "En primer lugar se les pide que se comprometan y crean en tu idea. El compromiso es lo primero. Yo digo: 'Creed en mí y el tiempo nos dará la razón. Si no os comprometéis se necesitará más tiempo '. Yo trato de convencerlos de que me sigan. 'Yo estoy aquí. Creer. Confía en mí'. Esas son las palabras. Confío en ellos y espero que me sigan".
"En mi último tramo en el Brighton nuestra idea era claraLos equipos venían a jugar contra nosotros condicionados por la forma en que jugábamos. Los rivales no jugaban de forma normal. Yo solía decir a los jugadores: 'Ellos [los rivales] se entrenarán esta semana para jugar contra nuestra forma de jugar. Van a hacer algo específico por nuestra culpa'. Eso es algo bueno, porque lo hacen porque juegas bien. No lo hacen si usted pierde todos los partidos!".
Poyet fue asistente de Dennis Wise en el Swindon y en el Leeds United y luego con Juande Ramos en el Tottenham. A Poyet le gusta la idea del aprendizaje como entrenador. "La gente me pregunta, '¿Te gustaría dirigir a Uruguay? Sí, pero antes hay un proceso. ¡Tienes que ser técnico de alto nivel durante años, tratar con las estrellas, con los egos, con todo lo que necesita un seleccionador y luego tal vez usted esté capacitado".
Sobre su adaptación a la vida en Inglaterra: "Al principio es complicado adaptarse a las pequeñas cosas, como conducir de una manera determinada. En mi país se conduce de una manera. En Inglaterra es totalmente diferente. Usted necesita saber qué hacer. En otros países no existen reglas en la carretera. ¡Es la ley del más fuerte, el más rápido, el más valiente! A continuación, empiezas a disfrutar de las diferencias. [En el fútbol Inglés] no te engañan, no se aprovechan, a nadie se le ocurre marcar un gol con la mano. Antes hacía todo para ganar un partido de fútbol, hasta que vine a Inglaterra y eso cambió. Usted comienza a ver un fútbol diferente, ves las reacciones y te adaptas de una manera u otra.
En momentos locos intentas todo, porque te vuelves loco, estás loco. Pero antes de que empiece el juego ya conoces las reglas. Nayim [que también estuvo en el Tottenham] me ayudó mucho. Antes de ir me dijo: 'No hagas esto, no hagas eso'".
"Una vez que entiendes la vida en Inglaterra comprendes porqué el fútbol es una fiesta tan popular en Navidad. En otras partes del mundo es una simple cena. La fiesta de Navidad en Inglaterra no es una fiesta de Navidad. Es una locura. La primera fiesta de Navidad en el Chelsea, me llevó allí en mi coche. Mis compañeros decían 'no vas en coche a una fiesta de Navidad. Usted va a beber y no se puede beber y conducir '".
"Le dije: '¡¿Qué, un par de cervezas en siete horas, no? Usted va a beber 20 cervezas? Yo nunca dije que no, siempre he sido parte de eso y lo disfruté".
Y como un hombre de fútbol, ​​orgulloso de ser uruguayo, es muy apoyado en la ciudad. "En la mayoría de los lugares de este país, se llega a algunas personas que no tienen ni idea de fútbol, ​​o que les gusta el cricket. En Sunderland no sucede esto. Usted puede mirar a cualquiera, hombre, mujer, alto, pequeño, de 20 años o de 80 y decir, 'Vale, este no se preocupan por el fútbol'. Y luego resulta que sí que les interesa. A todo el mundo".
Director Gus Poyet SunderlandDirector Gus Poyet Sunderland